Caminaste hacia el altar con tu cabeza en alto y una sonrisa pegada en tu rostro. Este era tu día, y nadie podría probarte lo contrario. Tu padre estaba a tu lado, susurrándote cosas al oído; cosas como "Nunca estuve más orgulloso y feliz por ti como lo estoy ahora" o "Lloraré por ti así no se te arruina el maquillaje". Tu sonrisa creció aún más cuando lo viste, en su hermoso traje clásico en color negro. Él te sonrió, y derramó una lágrima por ti. Tú estabas a punto de hacer lo mismo por él, pero de alguna manera no lo hiciste. Finalmente llegaste hacia él, y ambos se miraron a los ojos. Esto es para siempre; ambos lo sabían. Luego el resto de la ceremonia sucedió tan rápido que ni siquiera recuerdas cuando dijiste "Si, quiero"; pero ahora sabes que lo hiciste. Y mientras ves la vieja fotografía en tu mano, dejas que tu mente se llene con los recuerdos de aquel día y finalmente derramas esa lágrima.
Y mientras el está a tu lado, tal como en la imagen, sabes lo que supiste en ese preciso momento: Es para siempre, lo es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario