martes, 11 de febrero de 2014

Mandalas y poesías

Mi madre me regaló una vez un libro para colorear mandalas de bolsillo. De un lado de cada página hay un mandala, y del otro la página está en blanco; supuestamente para que uno escriba algo, lo que sea, que haya surgido tras pintar dicho mandala.

Como sea, uno de los tantos mandalas que el libro traía, fue capaz de inspirarme algo. Quizás se debió a la elección de colores, o quizás a una persona en particular quien en dicho momento, y podría decir que incluso ahora mismo, me atrae. Es una atracción que va más allá de lo físico, diría yo; es más, hasta podría decirse que lo físico solo se remota a su rostro. Pero en fin, basta de tanta palabrería y vamos a lo que de verdad importa.

En primer lugar, les comparto una imagen escaneada del mandala:


Aclaración: Hay un color que no se ve. Es una especie de anaranjado flúor; mi scanner no lo tomó.

En segundo lugar, les dejo el poema:

Al verte,
tu simpatía y tu alegría
me hacen querer decirte muchas cosas
Pero al tenerte cerca me oculto,
me lleno de pudor,
me siento impotente...
Aunque al verte,
tu sonrisa... ¡ay, tu sonrisa!
Es capaz de lo más difícil,
¡me hace sentir tan bien!



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